Hace diez años, la American Association of University Women (AAUW) publicó el reporte Why so few? Women in STEM (Science, Technology, Engineering, and Mathematics), que indagaba en la escasez de mujeres científicas e ingenieras.
De acuerdo con la AAUW, las razones no son ningún enigma. Se llaman barreras sociales, barreras culturas, sesgos de género y estereotipos. Algunas son simples, pero no por ello menos dañinas, como el hecho de que la mayor parte de las personas suele asociar las ciencias y matemáticas con temas “masculinos” y las humanidades y las artes con aspectos más “femeninos”. Este sesgo, apunta AAUW, “no solo afecta las actitudes de los individuos hacia los demás, sino que influye en la probabilidad de que las niñas y las mujeres cultiven sus intereses en matemáticas y ciencias”. Hay también firmes creencias (¿o deberíamos decir necedades?) en cuanto a que las mujeres son menos competentes que los hombres en los trabajos “masculinos” y, si resulta que efectivamente son exitosas en ellos, entonces son consideradas “menos agradables”.