El cáncer de cuello uterino es el cuarto tipo de cáncer más común en las mujeres. En 2020 se registraron más de 604,000 casos y más de 341,000muertes en todo el mundo. Mientras tanto, en México se contaron ese mismo año, 9,439 nuevos casos y más de 4000 decesos. Desde 2006, en nuestro país esta enfermedad es la segunda causa de muerte por cáncer en la mujer.
Entre las impactantes cifras que se traducen en muchas mujeres cuya salud y vida se ven afectadas, hay buenas noticias: hoy sabemos que este tipo de cáncer es prevenible por vacunación y curable siempre que se detecte a tiempo.
Casi todos los casos de cáncer de cuello uterino se atribuyen al virus del papiloma humano (VPH), pero contamos con vacunas bivalentes, tetravalentes y novalentes capaces de proteger contra las cepas más peligrosas, la 16 y la 18, así como de algunas otras. Por ello, aplicar estas vacunas en niñas y niños a edades tempranas contribuye a la reducción de VPH hasta en 87%.
Pero no podríamos hablar de las oportunidades que tenemos para vencer a este tipo de cáncer sin mencionar a Elizabeth Stern, la mujer cuyas investigaciones innovadoras abrieron la puerta a nuestra comprensión sobre la prevención, el diagnóstico y el tratamiento del cáncer de cuello uterino. En este texto, Scientific American la coloca como una de las científicas más importantes de la epidemiología y el cáncer de mediados del siglo XX, aunque también como una de las más olvidadas.
Stern se graduó de la Facultad de Medicina de Toronto en 1939 y su investigación se enfocó en el papel de la displasia en el desarrollo de cáncer de cuello uterino, pues entre 1950 y 1960, las primeras etapas de la enfermedad no estaban bien definidas.
Gracias a un estudio en el que recolectó muestras de pruebas de papanicolaou de más de 10,000 mujeres en Los Ángeles y a las que dio seguimiento siete años después, encontró que quienes fueron diagnosticadas con displasia al comienzo del estudio tenían un riesgo significativamente mayor de cáncer cervical. Esto abrió la puerta a considerar la displasia como un marcador temprano de la enfermedad y hoy en día, esta condición se identifica durante las pruebas de detección de rutina.
Se considera que el trabajo de Stern es uno de los más completos e innovadores. Y si de innovación hablamos, hay que mencionar además de las vacunas contra el VPH, los nuevos enfoques para el tratamiento de este tipo de cáncer como el uso de inmunoterapia, terapias dirigidas a las células T, la inhibición del punto de control inmunitario y técnicas de radiación, que abren nuevas posibilidades para las pacientes.