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La comunicación es esencial para proporcionar atención efectiva. Sin embargo, ¿qué sucede cuando los pacientes se encuentran en estado de coma o parálisis total? En los últimos años, los avances en la interfaz cerebro-máquina abre nuevas posibilidades para “leer” la mente de estas personas, brindándoles una forma de expresar sus pensamientos y necesidades.

La interfaz cerebro-máquina (ICM) es una tecnología que conecta el cerebro de un individuo a una computadora o dispositivo electrónico. Utiliza la actividad cerebral para permitir que las personas controlen dispositivos externos, como computadoras, sillas de ruedas o incluso prótesis, con sus pensamientos. La ICM es una herramienta revolucionaria. A través de la monitorización de la actividad cerebral, los investigadores pueden descifrar los pensamientos y traducirlos en acciones concretas.

Se utilizan electroencefalogramas (EEG), resonancias magnéticas funcionales (fMRI) y otros métodos para registrar la actividad cerebral, mientras el paciente piensa en palabras, imágenes o acciones. Estos patrones se traducen en comandos que la computadora puede entender y ejecutar. Por ejemplo, un paciente podría pensar en mover su mano derecha, y la ICM interpretaría este pensamiento como una señal para mover un cursor en una pantalla o activar una respuesta predefinida.

Aunque la tecnología de la ICM avanzó en los últimos años, enfrenta desafíos importantes. La precisión y la velocidad de la comunicación a través de la ICM pueden variar según la complejidad de los pensamientos que se intentan transmitir. Además, el proceso a menudo requiere entrenamiento y adaptación tanto por parte del paciente como del equipo médico.

“Leer” la mente con máquinas tiene el potencial de cambiar la forma en que entendemos y abordamos las condiciones médicas que limitan la comunicación.

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