Al inicio de la película Mujeres en la ciencia, la geóloga Jane Willenbring cuenta la ocasión en que llevó a su hija a conocer el laboratorio en que trabajaba. Recuerda la cara de emoción de la niña cuando la vio enfundada en su traje protector y dijo que de grande ella también quería ser científica. Al escucharla decir eso, Willenbring recuerda que quiso llorar, pero no de felicidad.
Por más que sirve como testimonio de los logros de tres mujeres en sus respectivos campos, el documental dirigido por Sharon Shattuck e Ian Cheney no es una celebración inocente de la presencia femenina en la ciencia. Porque más que los logros, examina las batallas que han tenido que luchar para ganarse un lugar. En esa lucha, sus aptitudes científicas no son el problema, sino las barreras que ha impuesto una omnipresente cultura sexista.
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