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El progreso científico, la innovación y los avances en la medicina moderna han permitido el aumento en la esperanza de vida a nivel global, que entre 1800 y 2017 pasó de 30 a 73 años. Y si bien este aumento es algo bueno, la realidad es que, en promedio, las personas pasan alrededor del 50 por ciento de sus vidas con mala salud.

Lo anterior se desprende del informe de McKinsey Health Institute “Sumar años a la vida y vida a los años”, donde también se señala que actualmente estamos pasando más años con mala salud que en cualquier otro momento de la historia, pero que esto no tiene por qué ser así.

Hemos obtenido grandes avances en salud gracias a la reducción de la mortalidad materna y a las campañas de vacunación que nos han permitido erradicar enfermedades como la viruela o la polio. Pero aún enfrentamos grandes desafíos como las enfermedades no transmisibles, el aumento de las condiciones de salud mental, el dolor crónico y los efectos negativos del cambio climático relacionados con la seguridad alimentaria y la propagación de enfermedades infecciosas.

El documento reconoce que, como humanidad, tenemos la riqueza, la tecnología, la capacidad y el conocimiento para establecer y perseguir una aspiración más audaz para nuestra salud. También recomienda que para sumar 45 mil millones de años de mayor calidad de vida a nivel mundial en la próxima década (seis años por persona, en promedio), debemos adoptar un enfoque de salud que contemple las dimensiones física, mental, social y espiritual. Y enlista seis cambios que se requieren para lograr el objetivo y que son interdependientes:

  1.  Invertir en prevención y promoción de una salud óptima.
  2. Mejorar la medición y comprensión de la salud con mejores datos.
  3. Escalar las intervenciones que funcionan.
  4. Innovar más y más rápido.
  5. Liberar el potencial de todas las industrias.
  6. Empoderar a las personas para que administren su propia salud.

La buena salud sustenta nuestra capacidad para llevar vidas productivas y placenteras y para lograrlo es necesario que se involucren todos los países, los sectores sociales y las comunidades. En suma, requiere romper paradigmas y ver a la salud como una inversión, no como un gasto.

Les invitamos a leer el informe completo en este enlace.

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