Más de la mitad del gasto en servicios de salud en México salía de los bolsillos de los pacientes, de acuerdo a un estudio publicado por la Stanford University Press y el Banco Mundial en 2006; actualmente esa cifra apenas se ha reducido al 45%, como se puede ver en el Estudio Sobre la Inversión de Salud en México, de la AMIIF.
Según la Organización Internacional del Trabajo, existe una tendencia general a que el porcentaje de los servicios de salud pagados directamente por los pacientes aumente conforme el ingreso nacional sea menor, y esto es directamente relevante dado el papel que juegan los gastos en salud en la incidencia de costos en la economía; pero, particularmente, porque la medida en que los trabajadores y sus familias son responsables de cubrir sus propios cuidados médicos, influye en la cantidad y la calidad de la atención médica que busquen.
A pesar de las bondades mostradas por un sistema como el Seguro Popular en adición a los sistemas ya existentes, los costos incurridos y la calidad de los servicios ofrecidos a la sociedad en general continúan siendo inadecuados a la expectativa de crecimiento y desarrollo del país. La demanda sobrepasa por mucho a la oferta, y la necesidad de invertir en el sector salud se hace cada vez más evidente. Hay investigaciones que demuestran una relación entre la mala salud de adultos mayores y una disminución drástica (hasta 58%) en los salarios percibidos, lo cual representa uno más de los múltiples elementos relacionados a la salud pública que afectan de manera negativa a la economía de nuestro país.
Por otro lado, históricamente se ha demostrado que las políticas de salud adecuadas que incluyen inversión y programas robustos, pueden dar resultados positivos para la economía y el desarrollo de cualquier país. Un ejemplo de esto es la erradicación de la poliomielitis en América Latina, la primera región en desarrollo en conseguirla.
Desde el impacto por subsidios en incapacidades laborales hasta la afectación en la capacidad para obtener empleo, la salud de la población puede ser una carga para la economía o un beneficio, por lo que la inversión en los servicios de salud en México es un factor que no podemos soslayar. Éste es uno de los temas relevantes durante la Segunda Semana de la Innovación en Salud, organizada por la AMIIF, que se lleva a cabo en la Ciudad de México. Allí se presentan estudios elaborados por diversos especialistas internacionales que, entre otras cosas, muestran el valor de la sustentabilidad con el objetivo de subrayar el papel de la salud como uno de los pilares estratégicos del país ante las autoridades de los sectores salud y economía, los líderes de las cúpulas empresariales y los representantes de la sociedad civil que asistirán a este evento.
Así como las condiciones de salud de la sociedad afectan a la economía de un país, la economía tiene un impacto directamente proporcional en la salud. Normalmente se da por sentado que el crecimiento económico de un país impulsa de manera natural una mejoría en los servicios de salud, mas no necesariamente es así. La relación entre salud y economía es una especie de simbiosis de mutuo aprovechamiento, es un camino de doble sentido y en nuestras manos está la oportunidad de mantener un flujo adecuado que impulse la innovación, el desarrollo y la productividad en México.
Fuentes:
-Beyond Survival, Protecting Households from Health Shocks in Latin America. Baeza y Packard, Stanford University Press, World Bank, 2006.
-Estimating the Economic Costs of Occupational Injuries and Illnesses in Developing Countries. Working paper. International Labour Office, 2012.
-Estudio Sobre la Inversión de Salud en México. AMIIF, 2015.
-Desarrollo Económico y Salud. Salud Pública México, 1991; Vol. 33(3): 227-234