Los medicamentos y vacunas desarrollados por la industria biofarmacéutica de innovación ayudan a las personas a cambiar la ruta de una enfermedad, a mejorar su calidad de vida y en muchas ocasiones, a vencer enfermedades que comprometen su vida y su futuro. Son un gran impulso para la salud, que a su vez detona un círculo virtuoso de bienestar, productividad y competitividad que beneficia a las familias, a las comunidades y a los países.
Es así que podemos decir que detrás de cada solución de salud hay un impacto positivo que va más allá del ámbito de salud y es justo lo que aborda el informe de Fundación Weber El valor de un medicamento desde una perspectiva social, ofreciendo una visión general sobre el valor económico, clínico y social de los medicamentos en las sociedades occidentales a lo largo del tiempo.
En el documento se pone especial atención a la introducción de nuevos fármacos y su impacto en áreas como adherencia terapéutica, ahorros en los sistemas de salud — tanto directos (hospitalizaciones, visitas médicas y cuidados personales, entre otros) como indirectos (productividad laboral) — y el papel destacado de las vacunas como una intervención por demás costo-efectiva para la prevención de enfermedades como el sarampión, la polio, la hepatitis o el papiloma humano.
Si bien muchos datos están centrados en Europa y en España, el ejercicio permite visualizar todas las áreas que se benefician cuando los medicamentos llegan a las personas que los necesitan, en el momento adecuado. Un ejemplo para el caso de México, es la reducción en las tasas de mortalidad por cáncer en el periodo de 1994-2014, de 13% en hombres y de 11% en mujeres, gracias a la introducción de terapias innovadoras lanzadas entre 1991 y 2001.
En este enlace se puede consultar todo el informe que además, recupera estudios y publicaciones internacionales que dan cuenta de las aportaciones que han supuesto los medicamentos más innovadores a lo largo del tiempo.