En el siglo II d.C., el médico, cirujano y filósofo Galeno postuló que el corazón era el origen del calor corporal, pero su lugar en el sistema circulatorio era secundario. Varios siglos después (siglo XVII), los experimentos de William Harvey sacudieron el paradigma galénico.
Harvey demostró que la sangre no viaja de un punto de origen a un punto de destino, como proponía Galeno, sino que se mueve de manera continua, de ida y de regreso, en un flujo circular que es impulsado por el corazón. Este fue el descubrimiento que llevó a pasar la página de la medicina galénica en lo tocante a la circulación de la sangre.
Muchos médicos de la época retomaron con entusiasmo las ideas de Harvey, por ejemplo, en 1669, Richard Lower publicó su Tractatus de Corde, en el que describió las características de las fibras musculares del corazón y abundó en el flujo de la sangre entre las cuatro cámaras de este órgano.
En este link pueden leer más al respecto y ver algunas ilustraciones de estos tratados de anatomía del corazón.