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“El rey francés debería avergonzarse de morir de viruela en el siglo XVIII”

Catalina la Grande en una carta a Friedrich Melchior

Catalina la Grande gobernó Rusia de 1762 a 1796. Durante su mandato modernizó la economía, la industria y el gobierno. También fue una de las coleccionista de arte más voraz que haya conocido el mundo, como lo demuestra el Museo del Hermitage en San Petersburgo. Pero quizá uno de sus legados más importantes fue el impulso y promoción que hizo de la vacunación.

Fue durante su reinado cuando se realizaron una de las primeras inoculaciones (una versión temprana de la vacunación) diseñadas para proteger contra la viruela. Amante de la ciencia y de todos los avances producidos por la Ilustración, la monarca abrazó esta innovación médica con los brazos abiertos, convirtiéndose en la primera persona en Rusia en someterse al procedimiento en 1768.

Posteriormente, tras una rápida recuperación, Catalina II, escribió una carta a Federico II, adversario de la inoculación, en la que daba cuenta detallada de las causas que la habían obligado a recibir la vacuna:

“Desde pequeña estaba acostumbrado a temerle a la viruela; cuando crecí, hice un esfuerzo enorme para eliminar mi miedo; en cada miserable ataque de enfermedad sospechaba de viruela. La primavera pasada, cuando un violento brote de la enfermedad arrasó con todos, tuve que mudarme de un lugar a otro; y durante cinco meses me expulsaron de la ciudad, porque no quería poner en peligro a mi hijo ni mí. Estaba tan afectada y frustrada por las viles circunstancias que pensé que sería una debilidad no cambiarlas. Me aconsejaron que dejara vacunar a mi hijo. Les respondí que sería una lástima no empezar por mí misma; ¿Cómo podría lanzar la inoculación sin dar un ejemplo convincente? Comencé a estudiar el tema para seleccionar el curso de acción menos arriesgado. Tuve que tomar una decisión: permanecer en peligro real toda mi vida junto con miles de otras personas, o estar expuesto a un peligro considerablemente menor y salvar muchas vidas. Pensé que al elegir este último había tomado la decisión más acertada “.

Tras eso, siguió una campaña masiva que permitió que 20,000 rusos recibieran la vacuna en 1780, y más de dos millones lo hicieron en 1800.

¿Qué conclusiones se pueden sacar de esto? Primero, que Catalina la Grande fue realmente grande. Y segundo, que las figuras públicas que reciben la vacuna animarán a otros a hacer lo mismo.

Acá puede leerse un ensayo sobre Catherine the Healer.

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