Octubre es el mes de concientización sobre cáncer de mama y el color rosa en edificios, lazos, productos, ropa o fotos de perfil en las redes sociales, nos invitan a hablar sobre este tipo de cáncer para recordar la importancia de la detección temprana y del acceso al tratamiento y atención que cada persona necesita. Pero podemos llevar esta conversación (y actuar) más allá de octubre y abanderarla todos los días, todo el año.
En 2020, el cáncer de mama se convirtió en el tipo de cáncer más común en el mundo, con más de 2,2 millones de casos registrados. La Organización Mundial de la Salud estima que una de cada doce mujeres presentará la enfermedad en algún momento de su vida. En México, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) registró 15 286 nuevos casos de cáncer de mama tan solo en 2019, 167 de ellos en hombres y 15 119 de mujeres.
Los avances para personalizar y mejorar la detección del cáncer de mama, las aprobaciones de nuevas terapias, y la investigación y desarrollo de más de 1300 medicamentos y vacunas para el cáncer, de los que 108 son para cáncer de mama, nos dan esperanza de pintar un mejor panorama para las pacientes. Pero no podemos quedarnos ahí, debemos trabajar en conjunto para que esas opciones lleguen a las manos de las personas que las necesitan.
En este sentido, nuestra campaña #TiempoQueDaVida aboga por el acceso oportuno a medicamentos innovadores en los sistemas de salud, porque se traduce en pacientes con un mejor pronóstico de salud, una mejora en su calidad de vida, y también en mejoras económicas y sociales.
La realidad es que hoy, las y los pacientes tardan en promedio 4.3 años (51 meses) en tener acceso a medicamentos innovadores en los hospitales públicos. Y si hablamos de medicamentos oncológicos, el tiempo se extiende hasta 5.2 años en promedio. Y ¿qué representan esos 5.2 años? Las respuestas son muchas y ciertamente, no son sencillas.
Aprovechemos este mes para establecer acciones colaborativas, sostenibles y de largo plazo que permitan a las pacientes acceder a los tratamientos que pueden salvar su vida. El cáncer de mama no espera.