“:..Ya no podía reconocer los lugares o las personas que conocía, como mis hijos, mi ex marido, yo misma. Se convirtió en una mujer confusa y deambulaba nerviosamente por la casa o pasaba horas desplomada en las escaleras del pasillo.”
En Permanezco en la Oscuridad, la Nobel de Literatura Annie Ernaux entrega una dolorosa y detallada narración sobre la enfermedad de Alzheimer que padeció su madre, y comparte episodios que muchos de nosotros relacionamos con esta condición: períodos de confusión, la pérdida de la memoria y la inminente incapacidad para llevar a cabo las tareas más sencillas como comer, vestirse o ir al baño.
El Alzheimer es un tipo de demencia y si ésta fuera un país, representaría la 14a economía más grande del mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la demencia afecta a unos 50 millones de personas en todo el mundo y de ellas, entre el 60% y 70% viven con Alzheimer.
Ante el enorme reto que representa esta enfermedad no solo por el tratamiento, sino por el diagnóstico, la reciente aprobación de la FDA de una nueva terapia para casos de deterioro cognitivo leve o demencia leve, significa un avance importante para las y los pacientes, así como para sus familias y los seres queridos que las rodean.
El organismo regulatorio otorgó la aprobación acelerada tras la evaluación de eficacia en un estudio clínico doble ciego, multicéntrico, controlado con placebo, de grupos paralelos y con 1795 participantes de entre 50 a 90 años. Quienes recibieron el tratamiento reportaron una reducción significativa de la placa beta amiloide y del deterioro cognitivo.
La aprobación es sin duda un cambio de juego para contar con opciones de tratamiento para el Alzheimer, pero al mismo tiempo debemos considerar la disponibilidad, el acceso, la elegibilidad y la asequibilidad para que más pacientes tengan la oportunidad de recibir esta terapia. Se trata de un camino largo en el que las colaboraciones y la innovación serán claves.