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A principios de esta semana participé en un panel convocado por el Consulado General de México en Boston, y el capítulo noreste de la Cámara de Comercio México-Estados Unidos, para conversar sobre las potenciales colaboraciones de la región en biotecnología aplicada a la salud.

El punto de partida fue un reconocimiento consensuado sobre los vínculos virtuosos entre innovación, productividad, salud y riqueza. Invertir y fomentar la innovación es una prioridad, al igual que la asequibilidad, la calidad y la sostenibilidad de los sistemas de salud. ¿Cómo lograr cuadrar esta ecuación? Invirtiendo y fomentado la biotecnología.  La tecnología de la salud tiene el tremendo potencial de cambiar nuestra comprensión de las enfermedades, transformar la prestación de servicios de atención médica y mejorar los resultados de salud.

La pandemia por covid-19 nos ha puesto en un punto de inflexión respecto a la ciencia y la urgente necesidad de seguir invirtiendo en innovación y en talento enfocado en biotecnología. En México existe una amplia red de instituciones que ofrecen formación académica en biotecnología y que además cuentan con especialistas e infraestructura para desarrollar investigación y desarrollo tecnológico. La cadena de valor de la biotecnología empieza con la generación de conocimiento y de ahí solo hay una cascada de beneficios con una meta en común: garantizar el acceso de los pacientes a todas las nuevas terapias.

¿Qué hay retos importantes? ¡Vaya que los hay! En el panel conversamos sobre la necesidad de cambiar la cultura de los negocios biotecnológicos: Diferenciar entre ser “comerciantes de biotecnología” y “empresarios de la biotecnología”. Debemos tener una visión de negocio a largo plazo e impulsar la vinculación entre la academia y la industria. Otro reto importante es el aspecto regulatorio: necesitamos una autoridad regulatoria ágil y con tiempos competitivos de respuesta para realizar investigación clínica.

La biotecnología está ayudando a sanar el mundo y ya mismo sus principales líneas de investigación se centran en: reducir las tasas de enfermedades infecciosas, salvar la vida de millones de niños, cambiar las probabilidades de condiciones graves y potencialmente mortales que afectan a millones de personas en todo el mundo, adaptar los tratamientos a las personas para minimizar los riesgos para la salud y los efectos secundarios y crear herramientas más precisas para la detección de enfermedades.

México tiene investigadores, talento, potencial. No podemos perder esta oportunidad.

 

Publicado previamente en El Sol de México

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