El primer paso para plantarle cara a una enfermedad infecciosa es conocer su origen, tener la mayor cantidad de información posible sobre el patógeno que la produce. Un gran ejemplo es la tuberculosis, que allá por 1800 era sinónimo de muerte y devastación inexplicable, hasta que el científico alemán Robert Koch descubrió en 1882 la bacteria causante de esta enfermedad y a partir de ese trabajo, estableció la metodología científica, ahora conocidos como los postulados de Koch, para identificar los agentes que causaban las enfermedades infecciosas.
Los postulados de Koch son un conjunto de observaciones y requisitos experimentales para demostrar que un organismo en particular causa una enfermedad infecciosa particular:
- El organismo patógeno debe estar en las personas enfermas y no en las personas sanas.
- Debe ser posible extraerlo de una persona enferma y hacerlo crecer en un laboratorio.
- El organismo patógeno aislado debe ser capaz de reproducir la enfermedad cuando se introduce en personas sanas.
- Las personas infectadas con este patógeno han de desarrollar los mismos síntomas que las personas enfermas de las que se aisló originalmente el patógeno.
Este texto repasa una serie de ejemplos en el que el control de las enfermedades infecciosas nos pone frente a una gran revolución en materia de salud. Casos como el del VIH, que pasó de ser una extraña enfermedad a una condición crónica manejable, hasta la pandemia por covid-19, donde la identificación del virus responsable, el SARS-CoV-2, se llevó a cabo en cuestión de semanas.
Conocer el patógeno que causaba la covid-19 hizo que de manera casi inmediata se empezarán a probar tratamientos que podrían bloquear su entrada en las células o su capacidad de multiplicación. Y apenas unos meses después se estaban desarrollando varias vacunas, las cuales hoy ya se están aplicando en muchas partes del mundo, incluido nuestro país.
¿Cuál es el siguiente paso?
Gracias al tremendo avance en el entendimiento de las enfermedades infecciosas y el desarrollo de tratamientos, vacunas y diagnósticos, hemos podido hacerle frente a amenazas como la viruela, la poliomielitis, la diarrea o la neumonía, entre otras. Y aunque hoy nuestros retos más apremiantes se encuentran en la resistencia antimicrobiana y la pandemia por covid-19, la industria biofarmacéutica está desarrollando más de 400 terapias y vacunas contra enfermedades infecciosas.
Sabemos que las enfermedades infecciosas pueden surgir en cualquier momento, pero también sabemos que la investigación y la innovación marcan la ruta para responder a estas amenazas para la salud mundial.