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La velocidad sin precedentes de la innovación farmacéutica de la que hemos sido testigos durante los últimos años (ahí están las vacunas y tratamientos contra la covid-19 quizá como la muestra más reciente) y la promesa del pipeline de la industria (la revolución de la tecnología del ARN mensajero, por solo mencionar un ejemplo) nos ponen de cara frente a una oportunidad inigualable para mejorar la vida de las personas.

Los medicamentos innovadores ya han aumentado significativamente la expectativa de la vida de las personas que viven con enfermedades crónicas, han cambiado la ruta de la enfermedad de cánceres que antes eran insondables, tratado afecciones genéticas para las que no existían medicamentos y eliminado algunas enfermedades infecciosas. Pero todos los años y los recursos humanos y económicos invertidos en la investigación y desarrollo de estos medicamentos solo tienen sentido si las personas se benefician de los avances de estos tratamientos. Y sin embargo, en México a las y los pacientes mexicanos les toma alrededor de 4.3 años tener acceso a las innovaciones farmacéuticas. El doble que a los brasileños y ¡casi cuatro veces que a los pacientes en EUA, Japón o Alemania!

En México, una vez que un nuevo tratamiento ha pasado, en promedio, por un proceso de diez o doce años de investigación y desarrollo, debe alcanzar otros cuatro hitos antes de que los pacientes del sistema de salud pública tengan acceso a él.

  1. Obtener el registro sanitario por parte de Cofepris.
  2. Ser incluido por el Consejo de Salubridad General en el Compendio Nacional de Insumos para la Salud.
  3. Ser incluido en los catálogos institucionales (IMSS, ISSSTE, INSABI, etcétera)
  4. Estar efectivamente disponible en los hospitales públicos.

Todo este proceso toma 4.3. ¿Qué son 4.3 años? 51 meses me contestaran algunos de forma facilona. Pero, pensemos, ¿qué son 51 meses,1555 días, en la vida de una persona que vive con diabetes, con un cáncer metastásico o con una enfermedad autoinmune? Para esta pregunta no hay respuestas fáciles.

Ciertamente el proceso aprobación y inclusión de un medicamento debe ser riguroso para asegurar su calidad, seguridad y eficacia. No pretendemos que se tomen atajos, sino que se eche mano de las herramientas y la capacidad técnica y humana existente en las instituciones de salud para que estos tiempos se acorten.

El día de la presentación oficial del estudio del que tomo estos datos nos acompañó el Director ejecutivo de Fomento Sanitario de Cofepris, quien en nombre de la agencia regulatoria, reconoció -con entereza institucional- el rezago y las demoras; y se comprometieron no solo a mejorar estos tiempos, sino a presentar un primer avance de las mejoras a finales de marzo del próximo año.

No nos engañemos, son los pacientes los que sufren/sufriremos el impacto de retrasos significativos y la falta de disponibilidad de medicamentos. Por es tan importante sentar las bases para una comprensión compartida, basada en la evidencia, de las causas fundamentales de los retrasos en el acceso. Pero más importante aun, buscar crear soluciones conjuntas.

Aquí puede descargarse el estudio completo.

Publicado previamente el El Sol de México.

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