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El dinero que se destina para atención médica, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, no debería rebasar un 20% del gasto de bolsillo. En México, ese porcentaje aún se encuentra cerca del 45%: más del doble de lo considerado como ideal.

A pesar de los esfuerzos realizados en materia de seguridad social y de tener a un alto porcentaje de la población cubierta bajo diferentes esquemas, en México se siguen erogando fuertes sumas de dinero de manera individual para cubrir la atención médica y hospitalaria. Aunque los promedios de gasto mensual por familia parecieran no ser exagerados, la verdad es que estos solo muestran una media. Para algunas familias, el gasto de bolsillo puede alcanzar porcentajes elevados de sus ingresos y convertirse en un gasto catastrófico.

Las condiciones prevalentes de pobreza hacen que esta situación sea aún más impactante en nuestro país. Miles de personas se empobrecen todos los años al verse obligados a destinar buena parte de sus ingresos a resolver problemas de salud en México.

El gasto de bolsillo es, de manera indirecta, un indicador de salud en México, y también u na evidencia de las desigualdades que se sufren en ciertos sectores. De acuerdo a la ENSANUT 2012, el porcentaje del gasto total mensual de los mexicanos en atención a la salud promedió 4.2%. Pero esta situación se complica para los habitantes de países de bajo y mediano ingreso, en desarrollo, o con economías en recesión. Muchas personas deciden no atender su salud por motivos económicos, o buscar alternativas más “baratas” o más accesibles.

Esas decisiones generan en muchas ocasiones un “efecto dominó” que afecta a toda la sociedad, pues los gastos urgentes y el deterioro en la salud pública puede tener, por un lado, un mayor impacto negativo de manera individual y, por el otro, un impacto en la carga del sector salud al tener que atender condiciones que pudieron haberse evitado. Esta carga la vemos también reflejada en la calidad y disponibilidad de los servicios ofrecidos por las instituciones de seguridad social, lo que termina por convertirse en un peso innecesario que incide en la productividad y la economía de la nación. El resultado es un círculo vicioso que se continúa en el tiempo y se extiende a lo largo de nuestro territorio.

Los diferentes factores involucrados en esta situación son estudiados y analizados en todo el mundo, en busca de soluciones adecuadas a cada país. En Latinoamérica, por ejemplo, la presencia de niños menores de 5 años está altamente correlacionada a una mayor carga de gasto en salud, lo que indica la necesidad de hacer más inclusiva la atención a menores por parte de los sistemas de seguridad social.

Programas de intercambio y actividades como el ‘Seminario Internacional Desigualdad Socioeconómica y Derecho a la Salud en América Latina y el Caribe, en una perspectiva internacional’ que se llevó a cabo en Santiago de Chile en noviembre de 2008, son una de tantas acciones que nos permitirán encontrar la respuesta a este problema que a todos nos afecta.

El gasto de bolsillo se ha reducido en México casi un 10% en los últimos diez años, pero aún estamos lejos de la meta del 20% que nos permitirá progresar con pasos más firmes y rápidos, en vista a un futuro mejor para todos. El fortalecimiento de mecanismos como el Seguro Popular o el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), entre otros, es clave para alcanzar los objetivos de salud que nuestro país necesita.

Fuentes:

– El gasto de bolsillo en salud: evidencia de desigualdades profundas. http://www.bvsde.paho.org/bvsdeodm/fulltext/odmsalud/cap5.pdf

– Gasto de bolsillo en salud de los hogares. http://dds.cepal.org/eventos/presentaciones/2008/1103/MarcelaPerticara.pdf

– Una reflexión crítica sobre la salud de los mexicanos. Encuesta Nacional de Salud.http://www.losmexicanos.unam.mx/salud/libro/index.html

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