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Durante muchos años, tanto el sector salud como la medicina han tratado de distintas maneras de avanzar en la ciencia en pro de la vida. Hoy en día, el trasplante de órganos es una realidad, con ello, se demuestra el fruto de años de estudio en medicina y en la industria de la farmacología clínica, quienes juegan un importante rol en la buena evolución y el no rechazo de los órganos en un nuevo cuerpo, esto gracias a los fármacos inmunosupresores, quienes se encargan de crear un sistema idóneo para el órgano trasplantado.

El objetivo de la farmacoterapia inmunosupresora radica en encontrar un equilibrio entre prevenir el rechazo agudo, la supervivencia del injerto y/u órgano, y disminuir la frecuencia de los efectos adversos a un trasplante. El éxito logrado en el transcurso de las últimas dos décadas en la supervivencia de injertos y receptores, ha dependido del desarrollo de dichos fármacos.

Históricamente, el 23 de diciembre de 1954 se realizó el primer trasplante renal con éxito en seres humanos, en el Peter Bent Brigham Hospital en Boston.

Para entender cómo funcionan estos fármacos habrá que saber cómo actúa la respuesta inmune tras exponer al receptor a los antígenos de histocompatibilidad en el injerto. Existen tres señales que permiten la activación de linfocitos CD4 y la proliferación subsecuente y diferenciación en células T.

La primera es otorgada durante la interacción de los antígenos de histocompatibilidad en la superficie de células presentadoras de antígenos con el receptor de la célula T CD4 o célula “cooperadora”, a través del completo CD3.

Aquí se lleva a cabo la segunda, en el que la propia célula presentadora de antígenos da una señal de coestimulación, con moléculas CD80 y CD86 en su superficie, quienes se unen al receptor CD28 de la célula T. Estas señales activan unas vías de transducción (factor nuclear κB, calcio- calcineurina), quienes activan factores de transcripción para la síntesis de interleucina 2, CD154 y CD25.

La interleucina 2 y 15 unidas a su receptor CD25 en la célula T activan la tercera señal, el “blanco de rapamicina”, la cual promoverá la proliferación celular, que a su vez dará lugar a un gran número de células T efectoras. Asimismo, las células B promoverán la producción de aloanticuerpos en contra de los antígenos HLA del donador, así la producción de células T y aloanticuerpos pueden ocasionar daño al injerto.

Pudiendo así clasificar a los inmunomoduladores dependiendo del efecto que tienen en toda esta cascada de señales del sistema inmune en inhibidores de calcineurina, inhibidores del blanco rapamicina, agentes antiproliferativos, anticuerpos monoclonales/policlonales y corticoesteroides.

Desarrollar nuevos inmunosupresores se dirige a mejorar los resultados a corto plazo y tener un mejor perfil de bioseguridad, menor nefrotoxicidad y un mejor perfil cardiovascular y metabólico. Por lo que se ha creado una proteína de fusión que bloquea la coestimulación de los linfocitos al unirse a los antígenos CD80 Y CD86 de la primera señal en el proceso de respuesta inmune.

Esta proteína es el primer fármaco de toda una nueva familia de clase de inmunosupresores, y ha sido comparada con inhibidores de calcineurina. Sin embargo, esta proteína preserva la función y estructura durante su estudio en trasplante renal, y se asocia a una menor incidencia de nefropatía crónica de injerto, ofreciendo también un perfil cardiovascular y metabólico más favorable. Incluir esta proteína dentro de los protocolos de inmunosupresión en trasplante puede suponer una mayor supervivencia del receptor y del injerto. Entre otras cosas, mejorando así los servicios de salud en México.

Es necesario continuar con los estudios de esta nueva familia de inmunomoduladores y estudiar sus efectos a largo plazo. Prolongar la vida con un nuevo órgano es posible hoy en día, llevar una mejor calidad de vida es el propósito de estos métodos y un gran camino en investigación.

 

Fuentes:

-Carretero M., Inmunosupresión papel de los micofenolatos. Actualidad científica avances farmacológicos, Barcelona. OFFARM Vol 24 No. 6 2005.

-Alberú J., Mancilla E., Inmunosupresión para receptores de trasplante renal: estrategias actuales. Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez. Revista de investigación clínica Vol 57, No. 2, Pág. 213-224, 2005.

-Bestard O., Campistol J., Morales J., Sánchez A., Cabello M., Cabello V., Pallardo L., Grinyó J. Avances en la inmunosupresión para el trasplante renal. Nuevas estrategias para preservar la función renal y reducir el riesgo cardiovascular. Sociedad española de nefrología. Nefrología 2012; 32 (3): 374-84.

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